Del
ser a la ex-sistencia del analista
Pablo Reyes
En
el presente texto me propongo interrogar la pregunta por el “ser” del analista.
En este sentido, quisiera plantear el carácter contradictorio de esta pregunta
a la luz de las teorizaciones recientes sobre el final de análisis.
En
primer lugar, quisiera recordar que la autorización del analista es el
resultado de su propio análisis, implicando el pasaje de la posición de
analizante alanalista[i]. La proposición es crucial al respecto, pues formaliza la entrada y
la salida del análisis según la lógica del atravesamiento del fantasma.
En
la entrada se produce la instauración del pivote de la transferencia, el sujeto
supuesto saber[ii].
Esta función permitirá anudar el deseo del analizante al del analista, lo cual
movilizará la falta en ser del analizante en la búsqueda de su complemento de
ser bajo la lógica del fantasma. El recorrido del análisis permitirá hacer caer
los significantes “traumáticos”[iii] que determinan la
posición del sujeto, llevando el deseo del analizante hasta sus últimas
consecuencias. En cierto modo, la posición del analizante aparece como la
creencia en sujeto supuesto saber, la creencia en el Otro que nos dará la
respuesta y la garantía de nuestro ser.
El
proceso analítico encontrará un punto de detención, que implica la caída de la
creencia en el SsS. Este punto se articula en la pregunta “¿Quién soy yo?”, cuya respuesta sólo se encuentra en el nivel de
goce que encierra el fantasma, o más precisamente, a nivel de su atravesamiento[iv].
Desde
ahí la definición que tendrá su formalización en el discurso del analista, a
saber el analista en posición de objeto a,
ser de vacío o puro des-ser (desêtre).
El analista entonces es aquel que sabe que ningún objeto fantasmático es apto
para colmar el vacío que anima su deseo[v]. En tal sentido, el
proceso analítico implicará una deflación del deseo, una reducción del ser al
cual éste “aspira”, reconociendo como causa la “nada” que lo anima.
No
obstante, Lacan va a cuestionar La
proposición en Aún, señalando que
el objeto a no es más que semblante
de ser[vi]. Esto se traduce en que
la nada que el objeto encarna encuentra sus coordenadas en el carácter
universalisante de la palabra[vii]. Si la vía del
atravesamiento del fantasma nos lleva a la aceptación de la castración que ahí
se esconde, el resultado del análisis debe ser categorizado como una
universalización, un “todos castrados”, tal como lo propone Lacan en la fórmula
masculina de la sexuación. Reencontramos aquí la solidaridad entre fantasma y
posición masculina[viii].
En
este punto cabe preguntarse: si el supuesto real del objeto a no es más que semblante de ser,
entonces ¿a qué tipo de real llegaría el análisis? ¿y que efecto tiene esto en
la posición del analista? En su curso L’être
et l’Un, Miller muestra una vía distinta de abordar el final del análisis a
partir de la noción de “outrepasse”[ix]. Este término equivoca
con el termino de pase que en español se traduciría como sobrepasar, buscando
rescatar la experiencia del inconsciente de aquellos sujetos que habiendo
atravesado el fantasma han continuado su análisis[x].
Se
impone entonces una nueva vía para comprender el final del análisis. Ella se
abre desde el seminario …O peor con
la expresión Yad’lun. El Uno en
cuestión no corresponde ni al rasgo unario[xi], que participa a la repetición
que anima al fantasma y constituye al Otro[xii], ni al uno de la
totalidad del conjunto.
Este
Uno no es parte de los espejismos del ser producidos en y por el Otro sino que
proviene de la inexistencia de la relación sexual.Así, el Uno se reduce al puro
acontecimiento del cuerpo, a aquello singular del goce de un parlêtre.
Al
respecto, la pregunta entonces es saber ¿por qué esto no tiene que ver con el
ser y correspondería más bien a la existencia? Toda noción de ser está incluida
en el campo del Otro del significante, mientras que lo Uno se define por su
oposición al Otro o, más precisamente, como aquello que existe al Otro. El Uno
proviene del régimen general del goce, que en esencia es femenino[xiii], es decir, un goce
contingente y singular que hace agujero en el Otro.
Entonces,
al igual que la bacteria que no fue nombrada en la creación[xiv], hay un real que se
impone más allá incluso de la nominación, y que se atrapa por la vía de un modo
de repetición diferente al del rasgo unario. Esta repetición aparece bajo la
forma de la iteración, repetición autosimilar, tal como lo es aquella que funda
los objetos fractales[xv].
¿Qué
queremos decir con esto? Que la función del analista no sabría reducirse al
ser, ni tampoco al deser del objeto a,
sino que más bien el analista ha llevado su análisis hasta sus últimas
consecuencias en cuanto a su singularidad, es decir, hacia la constatación del
Uno y la inexistencia del Otro.
Bibliografía
[i] Lacan, J., « Proposition du 9
octobre sur l’analyste de l’école », Autres
écrits, Paris, Seuil, 2001.
[ii] Lacan, J., « Proposition du 9
octobre… », op. cit., p. 248.
[iii] Lacan, J., Le séminaire, livre XI, Les
quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse, Paris, Seuil, 1973, p. 226.
[iv] Lacan, J., « Proposition du 9
octobre… », op. cit., p. 255.
[v] Lacan, J., Le séminaire, livre VIII, Le
transfert, Paris, Seuil, 2001, p. 464.
[vi] Lacan, J., Le séminaire, livre XX, Encore,
Paris, Seuil, 1975, p. 85.
[vii]Miller, J.-A., Le cours de l’orientation lacanienne 2010-2011, L’être et l’Un, leçon du 6avril
2011, inédit.
[ix] Miller, J.-A., Le cours de l’orientation lacanienne 2010-2011, L’être et l’Un, leçon du 4 mai
2011, inédit.
[xi] Lacan, J., Le séminaire, livre XIX, …Ou
pire, Paris, Seuil, 2011, p. 167.
[xiii] Miller, J.-A., Le cours de l’orientation lacanienne 2010-2011, L’être et l’Un, leçon du 2 mars
2011, inédit.
[xv] Miller, J.-A., Le cours de l’orientation lacanienne 2010-2011, L’être et l’Un, leçon du 4 mai
2011, inédit.
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