Cartel: ¿Qué es
una Escuela?
Carlos Barría Román
En
el Cartel, verificamos que el Movimiento hacia la Escuela nos puso a trabajar.
Puso a trabajar el inconsciente. Cada uno se encontró con distintos
significantes que tuvieron sus efectos. En mi caso, el cartel con su ritmo vertiginoso
de lectura y conversación, me hizo encontrar con el significante refugio, del
cual escribí en la reunión anterior, a propósito de las escuelas y refugios
filosóficos de la antigüedad. Me referí a los estoicos, los cínicos y los
epicúreos, como escuelas que proporcionaban una cosmovisión de cómo vivir la
vida y cómo refugiarse ante el malestar de la cultura. Desde ahí, distinguí el
psicoanálisis en tanto no es un saber acabado. No es una filosofía de vida. No
es una visión de mundo. Pero sí un refugio desde Lacan. Me interesó mucho que
ese significante refugio, fuese convocado después en mi propio análisis, lo
cual me hace pensar en los distintos efectos de formación que ha tenido este
movimiento hacia la escuela para mí. Podría decir de esto que me quedé con la
idea de un refugio en el cual se trabaja. Y en este trabajar, aparece para mí
algo de un goce vivificante. Aparecen pasiones también, sobre las cuales creo
que habría que seguir trabajando. Pero en fin, no es el refugio del que escapa
de algo de la vida, de la cultura. Es el refugio que posibilita un saber hacer
con lo real.
La
pregunta que nos reunió en un Cartel es: ¿Qué es la Escuela? Es una pregunta
tramposa porque no se puede contestar al modo de cómo los filósofos de la
antigüedad se preguntan por el ser de algo. La misma pregunta por el ser de la
Escuela, aloja una falta en ser. Eso traté de mostrar la vez pasada, pues la
Escuela no es una sustancia. Lo que tenga de institución, de grupo y de
personas seguro que sí. Pero no la Escuela. Eso me hizo pensar entonces, que la
pregunta es un señuelo para nosotros. Esconde una falta y eso causó nuestro
trabajo. Nos puso a pensar en nuestra propia transferencia con el
psicoanálisis, nos hizo interrogarnos por la formación, por el movimiento en que
estamos, nos puso a leer y por último, nos puso a hablar de lo que no sabemos.
Y esto por supuesto, me detuvo en un momento. Debo confesar que no sabía por
dónde avanzar. No sabía cómo seguir mi trabajo, hasta que en el Cartel, uno de
los miembros comentó un sueño. Por supuesto no diré su nombre, pero le pedí
autorización para mencionar algo de eso en estas palabras. Es necesario porque
me puso a asociar ahí mismo. Podría decir que tuvo su efecto analítico. Es algo
muy simple. En su sueño, algo que no sabemos bien de qué trata, le hace
interrogarse por un tema que no recuerda. Como verán, lo que estoy diciendo ya
ni siquiera es del orden de la elaboración secundaria, sino más bien de mi
construcción. El sueño concluyó con una respuesta: La respuesta es e.
La
asociación del miembro de mi Cartel fue "e" de escuela. La mía en
cambio, me disparó hacia otro lugar. Algo que había leído hace tiempo. Me llevó
a uno de los testimonios del pase de Mauricio Tarrab. Se puede encontrar en la
página de la EOL. Es un testimonio titulado: Entre relámpago y escritura. En
ese testimonio, Tarrab señala que con el pase uno nunca puede estar seguro de
qué pasará. Cuenta un ejemplo que da Bassols, sobre el número pi y lo
incalculable del pase. Como ven, mi rodeo asociativo fue bastante largo. Y todo
esto en la misma sesión de trabajo del Cartel. Lo que pasa es que en el
ejemplo, Bassols recuerda que el número pi es un número real sobre el que se
sabe –cito- que pesan las más terribles incertidumbres. No se puede predecir
con él, qué decimal vendrá a continuación después del último decimal calculado.
Pues bien. Yo me acordé de este texto a partir del sueño de e, pues “e” también
es un número real. Son números notables porque escapan a cierta razón del
número. No son expresables mediante la razón de dos números enteros, como
tampoco pueden ser expresados con decimales exactos o con un decimal periódico.
Tanto en el número pi como en el número e, hay algo que siempre se nos escapa y
que no podemos predecir. Pi hace pareja con Pase. Justamente así suena la letra
pi en griego. P de pase. “e”, en cambio, hace pareja con escuela y con
escritura. Lo contingente de ese número, la incertidumbre de cada nuevo decimal
que se puede extraer de e, me pone en la pista de lo real en la escuela. Hay
algo ahí que no se puede aprehender. Así que si hay algo real en la escuela, al
menos podemos esperar que las cosas no serán calmas y que este movimiento hacia
la escuela no confluirá en una homeostasis grupal y en una tranquilidad
institucional.
En
la lógica de los registros, se me hace sugerente pensar en lo institucional de
la escuela, del lado de lo simbólico. Estoy pensando en los dispositivos
institucionales que regulan el funcionamiento de un grupo de personas. En lo
imaginario de la escuela, sitúo los efectos de grupo que se producen de los
cuales ya estamos advertidos. Por supuesto que aquí priman los afectos y todos
esos impases imaginarios de los cuales podemos hablar. Pero como dice Miller en
"Donc", no vale la pena ponerse a llorar por estos puntos
imaginarios. Hay un goce de grupo que es irremediable y que nunca se llega a
eliminar del todo. Hay que contar con eso para no inflarlo demasiado. Son los
impases imaginarios que vemos disolverse, cuando se pone al centro el trabajo y
la causa analítica. Y podríamos pensar por último, que lo real de la escuela es
que no tenemos una definición cerrada de lo que es la escuela ni lo que es un
analista. Es así como esta pregunta por el ser de la escuela, nos conduce a la
pregunta por la formación del analista. Uno a uno en la relación con la
escuela, en relación con esta e, que sostiene una formación cuyos efectos no se
pueden anticipar, puesto que no es formación universitaria. Es formación al
modo del último decimal que siempre se puede extraer de "e". Siempre
uno nuevo, contingente. Siempre un saber nuevo y uno, en los efectos de
formación en la escuela. Según Anna Aromí, se trataría entonces de pensar la
escuela como un anudamiento de 3 registros, de un modo que no obturen el
invitado principal que es el psicoanálisis mismo, parafraseando a Miller en el "Banquete
de los Analistas".
Desde
esto que he escrito, aparecen para mí nuevas vías a transitar. Una de ellas
tiene relación a mi participación en este cartel. ¿Qué experiencia de escuela
para mí, hay en estar en un cartel? Una de las cosas novedosas para mí de
cartelizarme, es darme cuenta que el efecto grupo no toma consistencia. En este
sentido, el cartel está atravesado también por una lógica de trabajo que no
cierra y que causa. Si es un dispositivo de escuela, me parece a mí, es
justamente porque aloja algo antipedagógico en la obtención de un saber. No es
la pedagogía de las escuelas filosóficas de antaño, del cristianismo o del
saber universitario. Es un cartel de escuela.
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